“Vigila tus pensamientos; se convierten en palabras.
Vigila tus palabras; se convierten en acciones.
Vigila tus acciones; se convierten en hábitos.
Vigila tus hábitos; se convierten en carácter.
Vigila tu carácter; se convierte en tu destino.”
Frank Outlaw
Tanto seres humanos como animales somos criaturas de hábitos. La forma en que pensamos, hablamos y actuamos es el resultado de hábitos que han echado raíces en nuestra mente durante los años que hemos vivido; a través de la repetición de actitudes y conductas.
Los hábitos que hemos adquirido nos ayudan a progresar para cumplir el propósito para el cuál vivimos, o nos limitan y detienen.
Pero hay que comenzar teniendo definido un propósito para la vida, el para qué estamos en esta tierra.
Si no lo tienes definido, hay que comenzar con eso; para encontrarle sentido a todo lo que pensamos, hablamos y hacemos.
“El que no sabe a dónde va… no va a ningún lado”. Entonces necesitamos saber el por qué y el para qué de todo.
A través de nuestra vida hemos adquirimos hábitos buenos como caminatas por la mañana, nos alimentamos balanceadamente, bebemos hasta 3 litros de agua diariamente y buscamos hacerle mejor su día a alguien, pero quizá también tenemos hábitos dañinos, como comer comida chatarra, llegar tarde a nuestras citas, interrumpir a otros cuando están hablando, y quejarnos de todo lo que pasa.
Hay hábitos que pueden haberse convertido en adicciones como los juegos de azar, fumar, consumir drogas y alcohol, la pornografía, y hasta el trabajo.
Pero hay una buena noticia: Cualquier hábito se puede cambiar.
Cambiar los malos hábitos y reemplazarlos con hábitos constructivos para nada es fácil, porque tenemos una resistencia natural al cambio. La resistencia al cambio que presenta cada individuo es diferente dependiendo, en gran medida, de las experiencias previas, y la capacidad y disposición que se posea para afrontar los cambios.
En este artículo les compartiré 10 tips para cambiar malos hábitos (que nos dan una gratificación instantánea) por buenos hábitos (que nos ayudan a tener una gratificación a largo plazo).
¿Por dónde comenzamos?
Está comprobado por la neurociencia que los hábitos, sean buenos o malos, se originan en nuestra mente.
El enfoque entonces tiene que ser en nuestros pensamientos.
Si ya tienes definido el propósito para tu vida, ya tienes la plataforma sobre la cual construir una forma de pensar conforme a ese propósito, tu diálogo interno apuntará a tener una gratificación a largo plazo y te cuidarás de ceder fácilmente a las gratificaciones instantáneas, tus hábitos serán cada vez mejores, y lo notarás visiblemente en tu carácter. He aquí pues los 10 tips para poder cambiar esos malos hábitos.
1. Escribe el propósito para tu vida y tenlo a la vista en los lugares claves donde desarrollas tus actividades cotidianas: El baño, el refrigerador, tu habitación, en tu trabajo, etc.
2. Escribe los objetivos para las diferentes áreas de tu vida: Espiritual, emocional, intelectual, física, familiar, social, económica, laboral, etc.
3. Escribe las acciones a realizar para cada uno de esos objetivos: Por ejemplo: Leer 15 minutos diariamente la Palabra de Dios. Salir con mi esposo (a) una vez por semana a divertirnos, platicar, caminar, etc.
4. Practica la gratitud: Cada día da gracias a Dios por algún beneficio que recibes a diario de El… son muuuuchas cosas. (Recuerda que El le da propósito a tu vida).
Expresa gratitud a tu esposo (a), a tus hijos, amigos, compañeros de trabajo, a tu jefe, a tus vecinos, etc.
5. Destina tiempo para identificar los malos hábitos a cambiar que aunque te dan una satisfacción momentánea te causa afectaciones en diferentes áreas de tu vida. Haz una lista y de esa lista elige 2 malos hábitos que ya has decidido comenzar a cambiar.
6. Haz una estrategia que incluya propósito, metas específicas, plan de acción y un recordatorio para el cambio de esos 2 malos hábitos. Inicia poco a poco y ve incrementando las cantidades donde se requiera. Ejemplo:
Mal hábito: «Tomo más refresco que agua»
Meta: “Cada seis horas tomo un vaso de agua simple” la siguiente semana hacerlo cada 3 horas.
Plan de acción: “Tendré una botella al alcance de mi mano para tomar agua simple»
Recordatorio: “Pondré una alarma en el móvil cada cuatro horas”
Mal hábito: “No hago nada de ejercicio”
Meta: “Cada día me despierto 15 minutos antes para salir a caminar por 10 minutos y la siguiente semana caminaré 15 minutos cada día”
Plan de acción: “Preparo la noche anterior mi ropa deportiva para salir a correr 10 minutos por la mañana”
Recordatorio: “Dejo mis cosas preparadas en la puerta de la habitación para que no pueda salir sin verlas”
7. Mantén la constancia y evalúa tu progreso cada 21 días: Hay que aprender a formar hábitos sin prisa, pero, sin pausa. Los neurocientíficos nos dicen que toma 66 días formar un nuevo hábito. Haz una gráfica donde vayas registrando cada día los logros.
8. Piensa a largo plazo. Visualízate a largo plazo teniendo mayor madurez espiritual, un mayor equilibrio en tus emociones, vivir sin deudas, mejoría en tus relaciones con otros, mejor salud física, mayor armonía familiar, etc.
9. Festeja tus avances: Cuando lo logres realizar correctamente tu acción diaria, dedícate inmediatamente después un aplauso, una sonrisa o unas palabras a ti mismo. Después de salir a caminar date una refrescante ducha como recompensa.
10. Busca apoyo y motivación: Es de gran apoyo encontrar un compañero con el que puedas asociarte para cambiar cierto hábito. Comparte los avances y los cambios que quieres hacer con tu esposo(a), hijos, amigos, tu jefe, etc. Es importante para recibir apoyo y animarse mutuamente.
Conclusión: Si cambias tu forma de pensar, tu forma de vivir cambiará.
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