Te lo has preguntado ¿verdad?
Tal vez tu hijo está perdiendo la fe. O quizá nunca la haya tenido. Desde pequeño le inculcaste el evangelio — has orado por él, luchado por él, llorado por él.
Tu corazón arde por aquel pequeñito que alguna vez cargaste entre tus brazos. Se lo entregaste a Dios desde el inicio. Pero aún así, no estás segura. Y la idea de perderlo te hace perder el sueño.
La dura verdad: no existen garantías.
Lo primero que debemos aceptar es que nuestros hijos son seres independientes que, tarde o temprano, tomarán sus propias decisiones. También serán ellos quienes enfrenten las consecuencias.
Ser madre es un trabajo bello, si. Pero también es duro, y en ocasiones, indescriptiblemente doloroso.
Ahora, esto no significa que no hagas nada al respecto. Significa reconocer tus límites y enfrentar el hecho de que no puedes controlar el futuro.
Como madre, tu trabajo es guiar a tus hijos por el buen camino y hacer todo tu esfuerzo para que ellos lo sigan. Tristemente, no siempre será así.
Pero esta es la buena noticia:
Si tus hijos aún viven contigo, estás a tiempo de corregir, guiar, y enderezar la senda.
Por esa razón, desarrollé una lista con 7 advertencias y señales de que tu hijo está perdiendo la fe en Jesús.
Si te identificas con alguna de ellas, tal vez sea tiempo de hacer algunos cambios.
1. Sospechas que te oculta algo.
Aceptémoslo, las madres tienen un sexto sentido. Si tu hijo ha desarrollado nuevos hábitos repentinamente y sospechas que te está ocultando algo, escucha a tu intuición. Cuanto mayor sea el secreto, mayores serán los cambios en el comportamiento de tu hijo. Por ejemplo:
Aumento repentino de llamadas telefónicas
Aumento del tiempo que pasa en la computadora (posiblemente hablando con alguien o buscando temas “secretos.”)
Mención de nuevos amigos que no conoces
Nueva forma de vestir o hablar
Nuevos intereses repentinos
Muestras de irritabilidad
Pide más privacidad de lo habitual
2. Está dejando viejos hábitos.
Así como tu hijo puede presentar cambios drásticos en su comportamiento, también puedes notar un declive en viejos hábitos. Por ejemplo, tal vez tu hijo solía ser muy respetuoso y ahora te responde cada vez que puede. O quizá antes tenía muy buenas notas en la escuela y ahora está reprobando todos sus exámenes. Poner atención no solo a lo que hace sino a lo que deja de hacer puede darte muy buenas pistas sobre su situación espiritual.
3. Ya no quiere ir a la iglesia
Lo admito, esto puede sonar un poco obvio. Muchos niños y adolescentes pierden el interés por asistir a las reuniones de la iglesia. Y en muchas ocasiones, esto no quiere decir que hayan perdido su fe. Tal vez les parezca aburrido, no tienen amigos dentro de la congregación, o simplemente creen que no es relevante. Pero si tu hijo solía ser un miembro devoto de la congregación y ha perdido el interés repentinamente, puede significar algo más.
4. Es indiferente a los temas espirituales.
Lo que antes solía ser una conversación amena durante la comida se ha convertido en silencios incómodos, burlas, indiferencia, o incluso molestia. Cada vez que tratas de hablar con él sobre su vida espiritual o algún tema relacionado con Dios, pone los ojos en blanco o hace algún comentario sarcástico. “Ya se le pasará” piensas. “Es solo la edad.” Yo te pregunto: ¿Cómo podrías asegurarlo?
5. Se está apartando de la familia
De todas las señales, esta es una de las más graves. Y no estoy hablando de preferir a sus amigos antes que una reunión familiar o pasar más tiempo practicando algún hobby. No. Eso es perfectamente normal. Me refiero a cerrarse a conversaciones, rechazar cualquier oportunidad de pasar tiempo juntos, o apartarse completamente de toda relación familiar. Es un claro indicio de que algo anda mal.
6. Usa la palabra “religioso” para todo lo que no le gusta.
Antes, decir que “a Dios no le agrada” bastaba para mantenerlo a raya. Ahora, si no está de acuerdo con alguna regla, la etiqueta como religiosa. Por ejemplo, si no lo dejas ir a alguna fiesta, se enoja contigo y te dice que eres demasiado religiosa o que eso “ya pasó de moda''. Ya no le interesa agradar a Dios.
7. Se cree “demasiado listo”.
Antes él creía en Dios fervientemente. Hoy cuestiona todo lo que enseña la Biblia. A veces usando palabras como “esto no tiene sentido,” “no tiene lógica” o “es demasiado contradictorio.” Y cuando intentas dar tu punto de vista, te tacha de ignorante. Y no me malinterpretes, cuestionar es bueno para el crecimiento. Tal vez tu hijo solo quiere encontrar la verdad. Y eso está bien. Pero si sospechas que lo hace desde una perspectiva rebelde (está completamente cerrado a escuchar), es posible que esté perdiendo su fe.
¿Es normal que tu hijo haga preguntas?
Por supuesto que sí. Pero sin respuestas sabias, tu hijo comenzará a buscar información en otras partes — como en malas amistades o en Internet. Y como dice Oseas 4:6: “Mi pueblo se perdió por falta de conocimiento.” Si no quieres que tu hijo se pierda, adquirir conocimiento y sabiduría no es una opción, sino un requisito. En VenSer, nuestra misión es ayudarte a obtener dicho conocimiento. Si te gustó este artículo y deseas que tus hijos se mantengan en el camino cristiano. O si tienes un hijo pródigo y no sabes cómo hacerlo volver a la fe, tenemos la información que tu necesitas. Suscribete a nuestro boletín semanal, y recibe artículos, vídeos y recomendaciones de libros que te ayudarán a fortalecer tu familia.
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